SNOEZELEN

EL BIENESTAR EMOCIONAL A PARTIR DE LOS SENTIDOS

A Todos nos gusta y nos hace sentir bien encontrarnos en un entorno agradable sensorialmente hablando.

Tener una luz cálida, escuchar música agradable, comer una buena comida, estar sentados en un sillón confortable, y muchas otras situaciones cotidianas hacen que nos sintamos a gusto con nosotros mismos, que estemos de buen humor… en definitiva, que tengamos ganas de estar abiertos al lugar donde nos Encontramos.

¿Cuántas veces no nos ha Pasado, tal vez sin darnos cuenta de ello, que estamos irritables, enojados, ansiosos y finalmente, vemos que estábamos en un entorno con luz excesiva, que nos sentíamos incómodos a causa de un mal persistente en la espalda o porque hacía rato que oíamos un ruido desagradable?

Estos serían ejemplos, sencillos y cotidianos, que explicarían como nuestro organismo recibe, a nivel neurológico, información constante del entorno que hace que nos sintamos de una u otra manera. La mayoría de la gente tiene la capacidad de “regular”, de “controlar” toda esta información sensorial de su día a día, para que le resulte lo más placentera posible. Sin embargo, ¿qué sucede cuando nos encontramos con personas que sufren algún deterioro neurológico que afecta la forma en que toda esta información es recibida e interpretada por su sistema nervioso central? ¿Qué sucede con personas con elevados niveles de dependencia y grandes dificultades de comunicación en este sentido ?; es decir, ¿cuándo una persona no puede expresar verbalmente qué le gusta y qué no, qué le resulta molesto, que le resulta agradable o desagradable?

Si pensamos un poco en eso, posiblemente todos podemos identificar casos de personas que presentan una demencia y/o la enfermedad de Alzheimer, personas con trastornos del espectro autista, personas con una discapacidad Intelectual, y otros casos de personas con necesidades especiales, y posiblemente podemos identificar dificultades causadas por la información sensorial que les llega. En la mayor parte de casos, hay dificultades sensoriales importantes, aunque a menudo, no las tenemos identificadas y no les sabemos dar la importancia que tienen. De este modo, la bibliografía nos habla de casos de personas con hipersensibilidades en las entradas sensoriales de cualquier tipo o también de hiposensibilidad.

Pensemos en una persona mayor que se encuentra en una residencia y que necesita ser asistida en la mayor parte de actividades de la vida diaria. Si esta persona, debido al deterioro neurológico que pueda presentar, tiene por ejemplo, una hipersensibilidad, quiere decir que toda la intervención que hacemos con ella (vestirla, ducharse la, la comida, y todas las actividades cotidianas), la deberemos realizar con cuidado, la sensibilidad y el tacto necesarios para que no se sienta abrumada ni sobresaturada… Si no tenemos esto en cuenta, podemos hacer que la persona se sienta incómoda, que no entienda que sucede a su alrededor, y que, por lo tanto, presente problemas de conducta y emocionales importantes.

Que los profesionales tengan una “mirada snoezelen” puede ayudar a ofrecer un entorno adaptado y adecuado a las capacidades sensoriales de cada persona. Esto no sólo mejora el bienestar de la persona, sino que además -numerosos estudios lo corroboran- contribuye a reducir tanto el uso de medicaciones tranquilizantes como de contenciones mecánicas.